• 18 de Abril del 2024

Ahora entiendo a Britney Spears

Captura de pantalla

Un colapso lo tiene cualquiera…

 

Hace muchos años, más de los que quisiera reconocer, los noticieros y programas de espectáculo se hicieron de miles de seguidores gracias a una escena que dio la vuelta al mundo, en donde la multimillonaria popstar Britney Spears tomaba una máquina de peluquería y se deshacía de su larga e icónica cabellera rubia.

Todos aquellos que supimos de la noticia no podíamos entender qué había pasado, ¿estaría en drogas? ¿Fue víctima de un fallo en su programación, de acuerdo con las teorías conspiranoicas? O ¿se estaba rebelando del yugo de la farándula?

No conforme con raparse como lo que pensamos que Luis Miguel había hecho en su video La Incondicional, vimos cómo tomaba un paraguas y golpeaba enfurecidamente los autos de los paparazzi que decidieron seguirla.

Este escándalo bajó del pedestal a la joven reina del pop y provocó que miles de fans le dieran la espalda y que padres de familia decidieran que sus canciones definitivamente no eran buena influencia para sus retoños, y terminaron tirando sus discos a la basura.

Tiempo después de este momento tan histórico del mundo de la farándula, aún hay muchas preguntas sin respuesta; sin embargo, existe una razón tan poderosa que aún sigue en la oscuridad, pues hablar de ese tema implica el hecho de ser señalado como problemático o inestable.

Me refiero al mito de la salud mental y la importancia de mantenernos “cuerdos”. Más allá de padecimientos como la depresión, esquizofrenia y otros, existe un mal silencioso que ha venido alzando la mano en nuestra realidad durante los últimos días y me refiero a la ansiedad.

Definirla es difícil y anticipar sus síntomas es prácticamente imposible, pero en estos días, quienes sufrimos de ansiedad, hemos visto cómo sus apariciones son cada vez más constantes, al tener encima la incertidumbre de un momento histórico que va a cambiar nuestra forma de vida para siempre.

Estamos lidiando todos los días con trabajo en casa (para quienes tienen ese privilegio) al que se le están sumando las obligaciones de atender a la familia, enseñar a los hijos, hacer las compras sin contagiarse y tratar de evitar que la casa se caiga a pedazos.

Estamos mentalmente agotados de pensar, de tratar de organizar nuestra rutina para tener una hora disponible para poder hacer ejercicio, que se convierte en “prefiero una hora más de sueño” o mejor “aprovecho para adelantar pendientes”.

Estamos tratando de hacer malabares para cumplir con todo y tener tiempo para nosotros, pero ¡no hay forma! Definitivamente la desesperación por que todo esto se acabe me lleva a pensar en lo liberador que sería poder raparme y trabajar en esa nueva yo.

Luego estornudas o lo hace alguien más y entra el pánico, obligas a los demás a respetar la sana distancia cuando en realidad uno de tus deseos de toserles para ver si se asustan y respetan tu decisión.

Nuestros niveles de tolerancia se han agotado y la convivencia diaria lo está demostrando. He conocido de peleas épicas de golpes porque un vecino sacó la basura el día que no era día o las señoras peleándose y trenzadas de los cabellos, por pedirle amablemente que se pusiera un cubrebocas.

Yo ya me he quebrado al punto de gritar desde lo profundo de mi alma que ya estoy harta, y que necesito saber cuándo se va a terminar.

En fin, ver a Britney liberarse debería ser un ejemplo para seguir, como el hecho de saber que un momento de quiebre es necesario de vez en cuando, que la salud mental es importante cultivarla, trabajarla y que al amor propio no le interesa lo que piensen los demás…

Pelona pero contenta…

¡Hasta la próxima!

 

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Itzel Salazar es comunicóloga y periodista desde hace 17 años. Apasionada de las letras, la música y la fotografía, se declara Millenial por resignación, más no por convicción. Actualmente ha encontrado en las Relaciones Públicas y la docencia su nuevo amor.

 

Síguela en Twitter: @ItzelSalazarAG