• 25 de Abril del 2024
Elsa Herrera Bautista

Elsa Herrera Bautista

De la autora

Es doctora en Sociología por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP). Ha realizado investigación sobre la relación entre infancia, juventud y violencia en contextos de precariedad y es autora de diversos artículos académicos al respecto.

Fue directora del Observatorio de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes de Puebla y desde hace 18 años trabaja en la promoción de los derechos de este sector de la población.

La incidencia política y la coordinación del trabajo en redes han sido campos en los que se ha desarrollado durante los años recientes. Actualmente es consultora en materia de derechos de niñas, niños y adolescentes, enfoque de género y desarrollo de proyectos.

Disfruta la docencia y a nivel universitario imparte asignaturas relacionadas con los derechos humanos y la responsabilidad social.

email: elsa.herreba@gmail.com

Mediados de febrero, ha pasado un poco más de un mes desde que el cadáver de un bebé, llamado Tadeo, fue hallado en el interior de un contenedor de basura en el penal de San Miguel, en Puebla –siempre me ha parecido curioso que el penal tenga el mismo nombre que ese Santo al que mucha gente visita el 29 de septiembre para hacerle promesas y para hacerle peticiones.

Según datos del Balance anual 2021 “Discriminación y violencia contra la niñez durante la sindemia[1]”, elaborado por la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM), la situación de niñas, niños y adolescentes a nivel nacional es cada día más problemática.

Muchas madres y muchos padres de familia sentimos indecisión e inseguridad frente a la inminente reapertura de las escuelas, sobre todo porque estamos atravesando la llamada tercera ola de la pandemia y, en el caso de la Ciudad de Puebla, nos encontramos en semáforo anaranjado, con un elevado número de contagios diarios de COVID- 19.

 

Al escuchar a las madres, se hace evidente la necesidad de recordarle a las autoridades que su deber es investigar

Hace un par de días tuvimos noticia de que Juan Carlos Portillo, de treinta años de edad y egresado de la licenciatura en Artes Plásticas de la BUAP, fue detenido por escandalizar en la vía pública —lo que sea que eso signifique— y de que pocas horas después apareció sin vida en los separos de la Policía Municipal de San Miguel Xoxtla.

Para la mayoría de las personas resulta obvio y adecuado que las candidatas y candidatos a puestos de elección popular dirijan sus campañas y discursos a las personas adultas, son éstas quienes votan y quienes se encuentran en edad productiva, mientras que las niñas, los niños y los adolescentes, no tienen la madurez para entender ni participar en procesos políticos. Lo anterior, es un ejemplo de adultocentrismo, característica común a muchas sociedades.

La relación entre procesos electorales y niños, niñas y adolescentes tiene, en México, tintes variados, que van desde la indiferencia hasta la violencia franca.

Alrededor del Día Internacional de la Mujer se levantan puntos de vista opuestos: por un lado, quienes critican la movilización de las mujeres acusando su falta de civilidad y, por otro lado, las mujeres feministas reivindicando su lucha y su exigencia de justicia en una sociedad en donde problemas como el feminicidio, el acoso callejero y la discriminación laboral por razones de género son materia corriente.

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