La censura en Estados Unidos está en niveles insospechados, que hasta tocó a la inteligencia artificial de Elon Musk.

La ciudad de Puebla está viviendo una crisis por la enorme cantidad de baches que pulularon en las últimas semanas.

Si no fuera por el freno que les pusieron desde su coordinación parlamentaria, las y los diputados federales de la coalición Sigamos Haciendo Historia por Puebla habrían cometido un error en las reglas no escritas de la política: el lucimiento personal por encima de la imagen presidencial.

Es lo que propuso la institución al Ayuntamiento de Puebla para ordenar el caos que hay a las afueras de hospitales y clínicas de la capital.

La llegada a México del programa La Base América Latina, de Canal Red (propiedad del español Pablo Iglesias, que no es santo de nuestra devoción, ni demonio de nuestra invocación), provocó una oleada de reacciones.

Cómo dirían los españoles, es lo que interpretamos que pudo haber dicho la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo a su homólogo gringo, Donald Trump.

Después de cada proceso federal, como el que vivimos en 2024, los dolidos, las viudas (viudos), descartados, rechazados y perdedores quieren dar su granito de arena a la democracia.

El miedo se veía, el desconcierto era evidente, las cámaras de Televisa llevaron hasta los hogares mexicanos un hecho inédito en la historia del periodismo local: la detención, en vivo, de una supuesta banda de secuestradores.

Si alguien vio la portada y columnas de medios corporativos mexicanos, se pudo dar cuenta de un hecho que podemos catalogar de clasista.