• 21 de Noviembre del 2025

“El Ángel del Rock” abre la puerta y no la cierra: de la censura al presente, un mapa de ruta

Laureano Brizuela pulió artistas, desató especiales, enfrentó filtros de Estado y ayudó a que el rock cruzara la pantalla grande de la televisión. Entre Viento del sur y Espíritu profundo, repasa amistades, debates, reediciones y fechas: “Las rocas rodando se encuentran; el público define quién se queda”.

Laureano Brizuela no le gusta hablar de aniversarios. “Nunca miro para atrás, no sé lo que voy dejando en el camino”, confiesa. Cuarenta años después de aquel especial televisivo El ángel del rock, el músico argentino, radicado desde hace décadas en México, sigue girando con la misma energía de entonces, aunque ahora con la serenidad del oficio y una reflexión más honda sobre el paso del tiempo.

Su historia no empieza en 1985, sino en 1972, cuando todavía conjugaba derecho y musicoterapia con giras emergentes por América Latina. “Ahí tuve que frenar todo, me dediqué a la música”, recuerda. Lo demás es historia de ruta: dictaduraexilio creativoproducción musical, salto a México y la construcción de un espacio propio en una televisión que no sabía, o no quería, cómo asimilar guitarras, cuero y dramatismo eléctrico.

Puerto Rico fue laboratorio: Nydia CaroEdnita Nazario. “Armamos todo un proyecto… había que presentarla con todos los hierros”, cuenta. La agencia de aquel productor influía en el Bronx y en Nueva York; la plataforma trazaba puentes con VenezuelaColombia y Centroamérica. En México, la pieza faltante se llamaba Nacho Morales.

Morales se asocia con Televisa y ofrece un asiento en la nave, con condiciones: pistastiempos de vértigocompromisos de imagen. “Yo pedí aparecer con banda”, relata Brizuela. La negociación fue dura, pero el principio no cambió: canciones, músicos, oficio.

La censura fue otra estación del trayecto. “Vamos a una reunión en Gobernación”, le dijo Morales antes del primer Siempre en Domingo en Villahermosa. “Yo tengo mis papeles en regla”, protesta Laureano. Aquel secretario de bigotes de “bicicleta antigua” escuchó todo El Ángel del Rock, corte a corte. “Me da la mano… ‘bonita su música, no molesta’”. Hubo risa y alivio.

Después llegó el especial sabatino de las nueve, seis clips, exteriores, un guion donde un refrigerador se abría a modo de portal y el rock tomaba los sets. “Fue la primera vez que Televisa se animó a un cierre rock oriented”, recuerda, junto a Apollonia y Sheila E.. La puerta quedó entornada; por ahí entrarían LernerEnanitos VerdesAlaskaLa Unión. Tres años más tarde, una refresquera empaquetó aquello bajo la etiqueta Rock en tu idioma. “Yo no soy rock en tu idioma… lo que hubo fue una puerta”, puntualiza.

No todo fue llano: hubo friccionesmalentendidos y pleitos de catálogo. Brizuela distingue con precisión el concepto: “No hago covers; hago revivals y tributos autorizados”. Sus relecturas de Roy Orbison o Neil Diamond están tramitadas con diálogo creativo: “I Am… I Said la convertí en la canción que nunca le escribí a mi padre”. Lo mismo con América: “Yo hablo de la América que conozco: la del hambre, la resistencia, la felicidad y la esperanza”.

El recuento de influencias incluye el rock argentinoVox DeiSpinettaPappoArco IrisCharly GarcíaFito Páez. También España, con MecanoMiguel Bosé y Miguel Ríos. El mapa revela una constelación musical, más que una línea recta.

 

 

 

Defensa apasionada del objeto

Su diagnóstico sobre la industria musical actual es preciso y crítico. “Hoy se fomenta un mercado easy going: tres teclas, un tipo que ni canta, pero mientras tenga dinámica y hable basura, vende”, lamenta. Frente a eso, reivindica la autenticidad: “La gente se pelea por ver a los grandes intérpretes de los 70 y 80… el público busca autenticidad”.

Brizuela mira la esfera hipertecnológica desde una ética artesanal: “Me abruma la idea de que nos quedemos en el tiempo como si fuéramos una app que baja de una nube”. Por eso su defensa del objeto vuelve con Espíritu profundo: “Estoy planeando la edición en acetato, cuidando portadacontraportada y la hoja interna”.

El repertorio combina inéditos con remakes cuidados: “El que viene de los remakes es Enamorándonos, viene Starting OverAméricaQuiero escaparme de ti y Amándote en versión nueva”.

Brizuela regresa en este álbum a la observación social y espiritual: “Creo que traemos nuestra propia religiosidad… la fe es la que nos mueve”. Con su habitual elocuencia, resume: “No hay que buscarle el por qué a la vida, hay que vivirla a fondo”.

El presente también incluye reconciliaciones simbólicas. Con Alex Lora, el puente está tendido: “En el fondo siempre hemos sido cuates… el rock ya no es rock and roll, es una cultura”. Brizuela rechaza encasillamientos: “La palabra ‘rockero’ me choca… yo soy de la cultura del mundo rock, porque habla de libertad absoluta de expresión”.

La piedra sigue rodando

En casa, la fraternidad es la banda: 17 años con la misma alineación. “No somos un músico adquirido con un sueldo… somos una familia tocando”.

La agenda marca: 15 de noviembre, Xalapa; 19, Villahermosa; 6 de diciembre, La Maraka. “No es una gira de presunción; es un agradecimiento itinerante”, dice.

Brizuela distingue entre éxito de mercado y permanencia artística: “En el Super Bowl se presentan genios de la música, no genios de venta”. Su convicción: “Los chicos nuevos van a aceptar que hay que volver a las fuentes”.

Su brújula estética lo ubica entre la melodía pop y el espíritu rock: “Si te quedas con los Rolling, te quedas en el rock and roll; si eres amante de los Beatles, te satisface más armónicamente”.

Y el cierre inevitable: seguir. “Nueva producción, me voy a meter de vuelta al estudio”, anuncia. “Tengo una treintena larga de éxitos… la gente canta dos horas conmigo”. Lo esencial, dice, es darle mantenimiento a la memoria sentimental.

Las rocas rodando se encuentran”, cita con complicidad a Alex Lora, y concluye: “Yo hago música en movimiento, porque la vida es movimiento… Si dejo de hacer música, dejo de vivir.”