En un hecho histórico, Ismael Zambada García, “El Mayo”, admitió ante la justicia estadounidense haber liderado el Cártel de Sinaloa durante 35 años. El capo sinaloense se declaró culpable de dos cargos de crimen organizado y aceptó pagar 15 mil millones de dólares como parte de un acuerdo judicial en la Corte del Distrito Este de Nueva York.
El proceso estuvo a cargo del juez Brian Cogan, quien escuchó al acusado leer un documento donde reconoció el tráfico de toneladas de drogas, entre ellas mariguana, metanfetamina, cocaína, heroína y fentanilo, con destino a Estados Unidos. “Tuve a mi servicio a un gran número de hombres armados (…) todos bajo mi control. Muchos murieron”, declaró con frialdad.
La audiencia también dejó al descubierto la corrupción institucional que facilitó sus operaciones: sobornos a autoridades locales, mandos militares y figuras políticas. Washington asegura que, gracias a estos esquemas, el Cártel de Sinaloa se consolidó como el más poderoso de México, operando en estados clave de EE. UU. como California, Texas y Nueva York.
Zambada pidió perdón a las víctimas de la violencia generada por su organización. Sin embargo, el acuerdo que firmó con la fiscalía abre la puerta a que colabore como testigo protegido, lo que podría modificar su sentencia.
La resolución final se dará el 13 de enero de 2026, fecha en la que, salvo cambios, enfrentará prisión de por vida. Su caso se conecta con juicios emblemáticos como el de El Chapo Guzmán y el del exsecretario de Seguridad Pública mexicano, Genaro García Luna, mostrando el alcance de su poder y sus nexos en distintos niveles.
Además, la acusación subraya el rol de empresas fachada y redes financieras dirigidas por operadores de confianza como los hermanos Avendaño Ojeda, piezas clave en el lavado de dinero. La caída del Mayo, traicionado por El Güero Guzmán, revela el nivel de fractura al interior del cártel que alguna vez controló.















