• 03 de Mayo del 2025
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En las elecciones de 2024, Movimiento Ciudadano (MC) se posicionó como la tercera fuerza política nacional, con más de 6.4 millones de votos obtenidos sin alianzas partidistas. Este resultado lo coloca como una anomalía estratégica dentro de un sistema donde la concentración de fuerzas parece estar entre Morena y el frente opositor. Pero más allá de los números, MC plantea preguntas politológicas de fondo: ¿qué tipo de partido es?, ¿cómo encaja en la evolución del sistema de partidos mexicano?, ¿y cuál es su impacto real sobre la calidad democrática? ¿estamos ante una fuerza de renovación genuina o un actor funcional a la crisis de representación?

Según Giovanni Sartori (2005), los sistemas de partidos se definen no sólo por su número de competidores, sino por su grado de polarización ideológica y su funcionalidad institucional. En este esquema, MC no encaja cómodamente en ninguna categoría clásica: no es un partido de masas, pero tampoco ha alcanzado el grado de institucionalización que caracteriza a los partidos cartel.

En cambio, MC opera como un partido personalista de nueva generación, que capitaliza el carisma de liderazgos jóvenes (Máynez, Alfaro, Samuel García), combinando comunicación emocional, estética de “lo nuevo” y una narrativa antipartidista. Esta lógica recuerda los patrones de emergencia de partidos como En Marche en Francia o Ciudadanos en España, que nacen como alternativas suaves al sistema tradicional, pero con estructuras endebles.

A diferencia de partidos tradicionales, MC no cuenta con una militancia estructurada a nivel nacional ni una ideología definida; su ventaja reside más bien en su capacidad de adaptación táctica. En los estados donde gobierna, se comporta como un actor institucional; en el plano federal, como una “alternativa joven” desmarcada del establishment.

Desde la perspectiva de F. Freidenberg (2016), MC puede considerarse un partido de institucionalización débil, pero altamente funcional, en tanto logra articular candidaturas competitivas sin una estructura tradicional. Se apoya en una lógica outsider con tintes de innovación institucional, pero también en estrategias de marketing político propias de campañas centradas en la imagen y el entretenimiento.

La candidatura presidencial de Jorge Álvarez Máynez fue un caso paradigmático: escenografía naranja, uso intensivo de redes sociales, discurso disruptivo con tintes progresistas, y rechazo explícito a “los mismos de siempre”. Esta narrativa conectó con un segmento juvenil y urbano, especialmente en votantes de primera vez o desconectados de los partidos tradicionales.

Pero ¿es esto suficiente para hablar de nueva política? La politología comparada advierte que la antipolítica disfrazada de modernidad puede esconder una falta de profundidad programática, y terminar reproduciendo las lógicas que critica. En este sentido, MC camina una línea delgada entre ser una opción real de renovación o convertirse en un actor funcional al desgaste general del sistema.

Para Andreas Schedler (2006), las democracias electorales pueden albergar partidos que actúan como opositores estratégicos, sin buscar necesariamente el poder, sino beneficios simbólicos o de negociación. MC parece operar bajo esta lógica: evita alianzas, mantiene una posición intermedia, y prioriza la diferenciación simbólica sobre la competencia real por el poder.

Este comportamiento no necesariamente refuerza la democracia. Y es que las democracias sanas requieren partidos que actúen como “gatekeepers” institucionales, y que asuman costos por defender las reglas del juego, aún en la competencia. MC ha evitado esa responsabilidad. Prefiere no cargar con los costos del poder ni comprometerse con una oposición coherente.

El resultado: una fuerza política que fragmenta sin necesariamente construir. Si bien canaliza el desencanto ciudadano, no ofrece aún una alternativa programática robusta ni un modelo de gobierno replicable fuera de los estados que ya controla.

Movimiento Ciudadano es más que una moda electoral: representa un síntoma estructural de la crisis de representación en México. Su ascenso se explica no solo por su narrativa juvenil o sus liderazgos carismáticos, sino por el agotamiento de las opciones tradicionales y la falta de credibilidad del sistema de partidos.

Sin embargo, su consolidación dependerá de su capacidad para institucionalizarse sin perder frescura, y para ofrecer una agenda clara que supere el marketing político. Si logra eso, podrá ser una fuerza disruptiva con impacto real. Si no, podría repetir el ciclo de los partidos emergentes que brillan fugazmente para luego diluirse en la volatilidad política.

Desde las antípodas, podemos apreciar que MC ilustra bien los dilemas de las democracias contemporáneas: entre la innovación simbólica y la institucionalidad, entre la representación emocional y el vacío programático.

@ojedapepe

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Publicado en Global
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Jueves, 18 Febrero 2021 12:46

Verdades a medias y mentiras completas

Eso precisamente es lo que transmiten muchos políticos y aspirantes a un cargo de elección popular hoy en día, cundo están más preocupados por comprar souvenirs para regalar al proletariado, que esforzarse por tener asesores que los logren vincular con la gente y que los perciban de una manera orgánica; que con fotos plagadas de filtros y sonrisas forzadas que no se las cree ni un recién nacido.

Ya es tiempo de preocuparse por algo más que por sólo conseguir a un buen proveedor de tortas y juguitos baratos.

Para muestra basta un botón: Michelle Obama, quien fue primera dama de Estados Unidos aparecerá en un programa de televisión de nombre Gofre + Mochi, emisión dedicada a promover la alimentación saludable en los niños, este proximo16 de marzo 2021.

El formato es a una cámara (Acción en vivo) con 10 episodios de 20 minutos y creado por Erika Thormahlen y Jeremy Konner, bajo la producción ejecutiva de Erika Thormahlen, Jeremy Konner, Tonia Davis, Priya Swaminathan, Barack y Michelle Obama con la producción de Higher Ground Productions empresa de le ex pareja presidencial.

La estrategia de Michelle Obama es muy buena y consiste en no sólo promocionarse para ganar un puesto como una especie de fast food que es lo que hacen la mayoría de políticos, donde ser buenas personas y solidarios emerge de sus adentros sólo cuando hay elecciones, sino trabajando con tiempo de manera que la gente se identifique con ella y logre lo que muchos desearían: ser queridos por el pueblo y no lo que la mayoría de veces de manera orgánica logran que es el odio y la repugnancia de los votantes.

La ex Primera Dama en la Casa Blanca ya ha estado frente a los reflectores en otras ocasiones como en American Factory, un muy buen documental que incluso logró ganar la categoría a Mejor Documental en los premios Oscar.

Después vino un libro de nombre Becoming, el que después se haría documental en Netflix, donde con ese pretexto la compañera de Barack Obama realizo una gira con bastante éxito por 34 ciudades.

En México los políticos sólo escriben y promocionan sus libros cada sexenio, cuando quieren tener un cargo de elección popular.

Ahora con este proyecto Waffles y Mochi Michelle regresa a los hogares nuevamente de millones de personas primero con Let's move, que se dedicaba a fomentar el ejercicio físico infantil y, la segunda, Mi plato, ambos proyectos llegando a la mano que mece la cuna y que determina muchas decisiones en los hogares, las mujeres.

La sinopsis es una chulada: “había una vez, en Comicongelandia, dos mejores amigos llamados Waffles y Mochi que tenían el mismo sueño, ¡convertirse en chefs! Pero había un único problema, que todo lo que cocinaban estaba hecho de hielo. Cuando de improviso los contratan como los empleados más refrescantes de un singular supermercado”.

Agrega que “estos dos amantes del sabor están dispuestos a embarcarse en la aventura culinaria de su vida. Con la ayuda de amables nuevos amigos, como la Señora Obama, dueña del supermercado, y un mágico carro de compras volador como guía, Waffles y Mochi emprenden misiones globales para conocer los ingredientes: viajan a cocinas, restaurantes, granjas y hogares de todo el mundo, y preparan recetas con productos del día junto con reconocidos chefs, cocineros, niños y famosos. Ya sea que recolecten papas en la cordillera de los Andes de Perú, degusten especias en Italia o preparen miso en Japón, estos curiosos exploradores revelan las maravillas de los alimentos y descubren que con cada comida tienen la oportunidad de hacer amigos nuevos. Waffles y Mochi es una emocionante invitación a que los padres cocinen con sus hijos y se conecten con las diversas culturas de todo el mundo”.

La Marca personal de Michelle Obama es una de las más valoradas actualmente; dicho de otro modo, el marketing político (que algunos remiten el marketing político sólo a la cantidad de tortas que regalan en sus mítines y la gente que congregan para que se las coma), lo digo así porque lamentablemente las mujeres en México son vistas sólo como de ornato por muchos políticos, con puestos intrascendentes, como la señora voluntaria del departamento de asuntos sin importancia.

Discursos bien armados Emotional Marketing, proyectos bien pensados como “Southside with You”, en la que se cuenta su historia de amor con el presidente Barack Obama, se huele que son hechos por profesionales y no por una runfla de bufones que sólo se dedican a adular a su jefe y temen decirle lo que hace mal, por temor a perder su chamba, al fin y al cabo no son asesores, ni equipo de trabajo terminan siendo súbditos o lacayos.

Michelle Obama es el claro ejemplo del poder femenino puestos al servicio de causas nobles. Supo construir una imagen independiente de Barack Obama, está construyendo una aplanadora social, la política va más allá de sólo decir mentiras a medias y verdades completas de promesas que no convencen ni a un recién nacido y eso la coloca en una mujer con un gran caso de éxito y un plan de marketing hecho por profesionales (no por sus familiares quienes muchas veces son quienes los asesoran de gratis y mal) y con muchísimas posibilidades de que el propio pueblo la impulse a ocupar el cargo de presidenta de los Estados Unidos.

 

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