El Aprendiz de Historia
Si, el gran artífice del modelo de partido hegemónico, aquel que busco copiarse infructuosamente en la quinta República Francesa, debe estar buscando levantarse de su tumba para recomponer el rumbo que ha tomado hoy su hijo pródigo.
Pocos lo recuerdan, quizás no lo estudiaron, pero aquella tarde fatídica en el pueblo de San Ángel, un 17 de Julio de 1928, dio al entonces presidente de la República, la razón y la forma para crear un partido diera vida y forma al México moderno, aquel que, a partir de las instituciones moldeo la forma de vida de sus habitantes.
La unción de Emilio Portes Gil, como su sucesor, fue por decir lo menos un acto de institucionalidad, fue en sí la consecuencia de un magnicidio, consecuencia o resabio de una guerra Cristera, que había polarizado al México postrevolucionario.
Corrían los años 20, la Revolución había quedado atrás, la Constitución era ya el fundamento y la guía para la nueva forma de vida en el país.
La mayor ventaja de esa novedosa Carta Magna fue la inclusión de los derechos sociales, esos mismos que al transitar de la década, forjaron el corporativismo mexicano.
Aquella tarde en el pueblo de San Ángel había dejado en el presidente saliente de la República dos grandes aprendizajes.
Primero, que la reelección ya no era una posibilidad para el presidente.
Segundo, que a pesar de lo grave del acontecimiento (El asesinato del electo Álvaro Obregón), no había podido trastocar la fortaleza de la institución Presidencial.
Ello al final sirvió para que pudiera dar inicio al ritual sagrado de la unción sucesoria que dio estabilidad y paso a la compleja sociedad mexicana a través de un tribulado y difícil Siglo XX, en un mundo dividido por dos ideologías contrastantes y encontradas en la visión del mundo.
Visiones que hoy se vuelven a encontrar, desafortunadamente a conflictuar, por una postura errática, obcecada e infranqueable del actual presidente de la república.
La postura de la actual dirigencia de mi partido, si ese que llevo tatuado en el corazón, es contraria a todo lo forjado a través de más de 90 años, y si que debería estar levantando de la tumba al general Calles.
El mayor anhelo del general era de inicio, desmilitarizar al país, a las instituciones y a la sociedad, después un encarnizado período de revolución.
Yo he vivido y estado en la presión de una dirigencia, en la toma de decisiones y sé que no es fácil, las amenazas, los reclamos, las exigencias pero sobre todo los intereses encontrados, don complejos, pero siempre se decide poniendo por delante el interés y bien estar del partido, de mi partido.
Hoy reconozco que la posición del presidente del partido, no es sencilla, el encarnizado ataque, ha sido brutal por parte de un aparato de estado, que busca en principio dilapidar las instituciones que establecen los contrapesos de gobierno y en consecuencia, volcar el gobierno a un sistema centralizado y totalitario.
Pero si puedo decir esto.
Grave es el error de Alito, la decisión que tomó fue en función únicamente de su perspectiva personal y no la del país.
Absorbe por completo, el partido, no él, el costo político de intervención militar en la seguridad pública, pues ahora no es AMLO, ni los gobernadores o Morena, es el PRI el responsable del hecho (al menos en percepción).
Fractura gravemente lo poco que queda del partido, y después de eso, pone a los críticos del partido (me incluyo), en posición muy difícil, por un lado si no levantas la mano te haces participe y corresponsable de la determinación y por otro lado al hacerlo das elementos a Morena para sustentar su premisa anti PRI.
El reto, es entonces para quienes nos decidimos quedar, la construcción de una postura y un lenguaje, que permita al partido no dirigirse a una casi inevitable extinción y a si reconstrucción en aras de un más próspero México.