• 28 de Abril del 2024

Conflicto entre Rusia y Ucrania

Conflicto Rusia y Ucrania ilustración / Facebook/El Observador

 

El pacifismo no es exclusivo de ninguna ideología ni de ningún partido político, mucho menos de quienes han retomado el leninismo como postulado político

  

Alberto Ibarrola Oyón

El lema No a la guerra en principio lo compartimos todos. Sin embargo, no tenemos por qué estar de acuerdo en el modo de alcanzar o de mantener la paz.

El pacifismo no es exclusivo de ninguna ideología ni de ningún partido político, mucho menos de quienes han retomado injustificadamente el leninismo como postulado político después de haberlo rechazado unas pocas décadas antes, como ha ocurrido con el Partido Comunista de España y, por ende, con Unidas Podemos, una de las formaciones políticas que integran la coalición gobernante en el Estado español.

Rusia históricamente ha mantenido su dominio sobre Ucrania, así como de otros países en aquella parte de Europa, que asimismo formaban parte de la Unión Soviética. Con total probabilidad, muchos rusos seguirán pensando que mantienen sus derechos sobre ellos y que nunca se debería haber permitido su independencia. Sin embargo, si dejamos de lado las razones historicistas y afectivas, podemos reducir la cuestión a la disputa entre dos países soberanos.

Y, desde este punto de vista, podemos afirmar que Ucrania tiene todo el derecho a definir soberanamente su política internacional y de alianzas, sin que Rusia le imponga absolutamente ninguna condición. Por lo tanto, Ucrania debería poder, si así lo deciden libremente sus ciudadanos, ingresar en la OTAN, lo mismo que en la UE llegado el caso.

Ahora bien, inevitablemente, los demás países del mundo mantendrán una posición propia ante una posible invasión de un país soberano porque afectaría a todo el tablero geoestratégico mundial cuando, por supuesto, se trata también de una cuestión de derechos y de justicia.

Si el Ejército ruso invadiese Ucrania, la respuesta de la Alianza Atlántica podría estar justificada, aunque habría que valorar de qué modo debería intervenir en el conflicto porque no sería de recibo que el mundo se embarcase en una guerra convencional, es decir, con armas, caos y una destrucción que afectaría a la estabilidad mundial en todos los órdenes, causando una enorme pérdida de vidas humanas y una grave crisis económica de dimensiones históricas.

Vladimir Putin, a día de hoy, se ha convertido en un dictador que lleva varias décadas al frente del Estado ruso sin permitir a los opositores optar por desbancarle del poder. Por culpa de este político ambicioso, prepotente y sin escrúpulos, Rusia no ha alcanzado la plenitud democrática después de la disolución de la dictadura comunista.

El principal líder de la oposición, Alekséi Navalni, ha sido encarcelado después de haber sufrido un envenenamiento casi mortal; de no haber sido tratado en un país occidental, habría fallecido con total probabilidad. Sectores importantes de la población rusa sufren todo tipo de coacciones y limitaciones en sus derechos civiles.

Sus Servicios de Inteligencia recurren sin ningún pudor al asesinato dentro y fuera de sus fronteras. Si bien sigue manteniendo en algunos aspectos la apariencia de una democracia, no parece acertado que se pueda definir así al régimen comandado por Putin. Parece lógico pensar que la solución a la grave crisis entre Ucrania y Rusia debería implicar el cese de Putin y su retiro político, además de la excarcelación de sus opositores y del cese de los asesinatos y represalias a disidentes.

Porque el verdadero problema consiste en la perpetuación del mandatario ruso en el poder sin solución de continuidad. Como suele ser habitual en los dictadores, una vez que ha conseguido el poder absoluto en su país, se decide a intentar colmar sus insaciables apetitos de dominio fuera de sus fronteras, lo que inevitablemente conduce a la guerra.

Alguien podría esgrimir que la permanencia de un dictador es un asunto interno de un país que deben resolver sus ciudadanos, pero cuando ese poder arbitrario y despótico está a punto de provocar una guerra entre países, se convierte en una cuestión que nos incumbe a todos.

 

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Alberto Ibarrola Oyón

Nacido en Bilbao (1972). Licenciado en Filología española. Escritor. Premiado con varios galardones. Ha publicado en torno a una decena de libros y más de ciento cincuenta artículos en diferentes medios de la prensa escrita.