Durante una conferencia en la Universidad de Georgetown, en el corazón político de Washington, Calderón lamentó que la administración estadounidense no haya hecho más para impedir lo que considera una regresión democrática en su país.
"El proceso de demolición ocurrió frente a las narices del embajador. No sé si no se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo o simplemente lo ignoró, lo que sería terrible", dijo en referencia al embajador estadounidense en México, Ken Salazar.
Las declaraciones del exmandatario señalan una indiferencia del gobierno de Estados Unidos — tradicionalmente promotor de la democracia en la región —, y sugirió que Washington debió haber hecho más para frenar lo que llamó un “proceso de demolición” institucional.
“La Suprema Corte era el único contrapeso en el país. Despidieron a los ministros, a miles de jueces, a cientos de magistrados. Y ahora, el Poder Judicial está en manos de militantes de Morena”, denunció Calderón, al referir una concentración de poder en el Ejecutivo y la falta de equilibrios democráticos.
“Ese gobierno inició un proceso de demolición de las instituciones democráticas. Y ese proceso fue exacerbado en los últimos 12 meses”, señaló en relación a los gobiernos de Andrés Manuel López Obrador y el primer año de Claudia Sheinbaum.
Las declaraciones de Calderón colocan a Estados Unidos en el centro del debate político mexicano, al sugerir una interferencia del gobierno americano frente a una reforma judicial que, según el expresidente, erosiona el Estado de Derecho y la independencia judicial.