• 31 de Julio del 2025

Muere en la CAPU una abuelita, tras esperar durante años a sus hijos que nunca regresaron

Foto: Especial

En julio de 2024, el Sistema Estatal DIF atendió a la mujer y difundió una ficha para localizar a sus hijos, sin obtener respuesta

Redacción
Ciudad de Puebla, Pue. – La escena conmovió a todo el que estuvo ahí: Una mujer mayor, sola, sentada sin vida en una de las bancas de aluminio de la Central de Autobuses de la Ciudad de Puebla (CAPU). Así murió doña María de Jesús Mundo, de 80 años, tras pasar los últimos tres años de su vida en esa sala de espera, aguardando a que alguno de sus hijos cumpliera la promesa de regresar por ella.

Doña María, como la llamaban quienes la veían diariamente, se convirtió en una figura permanente de la Central de Autobuses de Puebla. Muchos la conocían, le ofrecían comida, ropa o una palabra de aliento. Vivía de la caridad de los pasajeros que cruzaban por ahí, con apenas un sarape, un cartón y una maleta con pañales y refrescos que otros le daban.

La madrugada de este jueves 24 de julio, su corazón se detuvo. Murió sola, como vivió los últimos años: mirando hacia la entrada, esperando.

El cuerpo fue hallado sentado, aún con los ojos cerrados, como si solo hubiera decidido dormir un poco. La Policía Auxiliar acordonó el área, mientras peritos de la Fiscalía de Puebla realizaban el levantamiento del cuerpo. El reporte preliminar indica muerte por causas naturales.

 

Tres años de espera

 

Originaria de Tehuacán, doña María llegó a CAPU en 2022. Desde entonces, jamás quiso moverse del lugar. Decía tener tres hijos: Víctor Manuel, quien estaría en Estados Unidos; Marina Guadalupe y Alma Rivas Mundo, quienes, según contaba, vivían en Cuautlancingo. Una de ellas, aseguró, le hizo una promesa: “Voy a regresar por ti”, y ella la creyó.

Durante estos años, muchas personas compartieron su historia en redes sociales. Fue entrevistada por algunos medios, fotografiada decenas de veces. Su caso generaba comentarios, reacciones… pero nunca respuestas. Nunca llegaron sus hijos.
En alguna ocasión, las autoridades llegaron a tratar de ayudarle para ofrecerle un lugar más digno donde pasar las noches, pero ella prefería seguir esperando, ante el temor de que alguno de sus hijos volviera y no la encontrara. Después, ya ninguna institución se acercó, ni los medios volvieron a hablar del ella, sino hasta que ese jueves cuando persona del Semefo acudió a la sala de espera a hacer el levantamiento del cuerpo.

Tras su muerte, ella seguirá esperando. Hasta que alguno de sus familiares regrese a preguntar por ella o vaya a reconocer el cuerpo y así pueda tener una sepultura.