• 26 de Abril del 2024

Contraataque al clero

Para contrarrestar la andanada de críticas vertidas desde el púlpito católico al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, la cuatroté puso al frente a un operador confiable como el subsecretario de asuntos religiosos de la Segob, César Yáñez.

 

Su primera tarea, aunque estructurada con jiribilla, fue afianzar lazos con 43 asociaciones religiosas a las que les otorgó certificados de registros constitutivos.

Con esta maniobra se pretende captar nuevos aliados en un tema que es de importancia para el partido en el poder: el control social a través de la feligresía y múltiples organizaciones religiosas en las que se busca tener influencia y en el mediano plazo traducido en un bastión de votos.

Para esta tarea, César Yáñez se convirtió en el personaje clave. De trato afable y lealtad a ciegas al presidente, apuesta en el contexto de lucha entre el poder político y el fáctico representado por una facción de la Iglesia católica, por la suma de aliados, la mejor manera de dividir los mensajes críticos a la inseguridad es a través de la atomización, ahora, de la fe y creencias en el país.

En este momento, en que la Compañía de Jesús mantiene una campaña permanente de exigencia de justicia, a un mes, del crimen contra los sacerdotes Javier Campos y Joaquín Mora, insistió: “si prevalece —como hasta ahora— la impunidad, no será posible avanzar hacia la reconciliación y la paz”.

Hasta, antes de la existencia de la cuatroté, la Compañía de Jesús tenía nexos con una parte del perredismo. Trabajo en comunidades y barrios desamparados eran parte de un trabajo reconocido mutuamente. Sin embargo, ahora se encuentran en posiciones distintas una facción del PRD mutada en Morena y los jesuitas siguen lo que exclamó el Papa Francisco: ¡Cuántos asesinatos hay en México!

La cuatroté comenzó a trabajar por debajo del debate y la discusión con la grey católica para entrar de lleno con asociaciones religiosas. César Yáñez en la reunión sostenida con las nuevas sectas reconocidas por Segob, llamó a sumar esfuerzos para encontrar respuesta con materia de seguridad.

Y es que la Iglesia católica comenzó a criticar la llamada estrategia de “abrazos y no balazos”. Ramón Castro, obispo de Cuernavaca, en su momento, soltó: “abrazos, no balazos es demagogia y, hasta cierto punto, complicidad”.

La forma es fondo y la cuatroté marcó distancia con la iglesia católica. Su principal contacto con este sector es el polémico sacerdote Alejandro Solalinde. Pero con el asesinato de los jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora, el presidente endureció su posición y distorsionó el mensaje, mientras se le pidió desde el púlpito una revisión a su plan de seguridad, López Obrador propaló la idea de que la Iglesia pidió un cambio. La semántica es otra.

Esta ruptura con la Iglesia es costosa y no la piensa recomponer, para eso César Yáñez comenzó la conquista de nuevas agrupaciones religiosas. El camino es el equivocado y la señal es que no habrá diálogo con la jerarquía católica.

En 1993, el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, sacudió a la Iglesia y al poder político en el sexenio de Carlos Salinas. Sin embargo, se evitó que el caso escalara a una confrontación porque el expresidente lazó su apoyo a la Iglesia católica. En el reciente caso López Obrador adoptó una posición contraria. Su tratamiento fue distinto, no hubo empatía y eso provocó una posición más dura de ambas partes.