O lo que es lo mismo “porqué hacerla tanto de jamón” (es una leperada, pero estamos en horario familiar), ya que este día en San Lázaro, hasta la oposición votó por la iniciativa de la presidenta Claudia Sheinbaum, y una vez que ya ha sido avalada en el Senado y en la Cámara de Diputados, ahora hará su recorrido por los Congresos de los estados, y obteniendo la mitad +1, es decir 17, se convertirá en ley. Lástima que entrará en vigor hasta 2030, pero volvemos al tema: para qué tanto grito, pataleo y lloriqueo si todos terminaron votando a favor. Sí, fueron 477 diputadas y diputados que, al unísono, avalaron la iniciativa; los 23 faltantes no tuvieron el interés, al parecer, de presentarse a trabajar. No cabe duda: la oposición mexicana está para llorar. Mal por ellos.
Es cuanto.
Sentimiento antiyanqui
El que esto escribe escuchó una anécdota que nos dimensiona por qué en el extranjero odian a los gringos. Un amigo contó que, de visita a París, Francia, en un restaurante, el mesero que lo atendió le preguntó de dónde era. “México”, respondió. Entonces le comenzó a hablar en español. Los beneficios de tener un idioma con raíces similares. Cuando le preguntó al francés si hablaba inglés, éste contestó: “nada de inglés, odiamos a quienes vienen a hablando inglés, porque son prepotentes y arrogantes; en vez de gourmet, quieren comer hamburguesas y papas fritas (les cala que les digan ‘francesas’), Coca-Cola y pagar con American Express; y tratan mal a quien habla otro idioma. Los gringos no son bienvenidos en Francia”. Ese sentimiento antiyanqui, actualmente, se ha incrementado porque Donald Trump representa todo lo que relató el amigo al que esto escribe: prepotencia, arrogancia, supremacismo, superioridad, despotismo. Exhiben, en cualquier parte del mundo, lo miserables que son.
Es cuanto.
