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Adela Ramírez
Existen distintos tipos de orgasmo y la magia comienza en el cerebro. Es en este órgano donde todo inicia para llevarnos hasta la llamada “muerte chiquita”, en realidad se sabe que el término hace referencia al periodo refractario que sucede al orgasmo. Ha sido interpretado generalmente para describir a la pérdida del estado de consciencia.
En México la atención a las enfermedades mentales es casi nula, los expertos no son suficientes para atender a los pacientes y, en ocasiones, las personas que sufren este tipo de padecimientos son señaladas bajo connotaciones peyorativas y estigmatizadas: “se hace la víctima”, “se inventa depresiones”, “es histérica, porque es mujer”, “va con el loquero”, “quiere llamar la atención”.
Marcadas como inaceptables, fueron castigadas hasta la muerte por ser transgresoras para la sociedad de una época obscurantista, regida por un patriarcado. Ellas, eran mujeres místicas, amantes de la naturaleza, de espíritu libre, bailaban y reían sin la necesidad de un hombre, pensaban diferente y sabían demasiado.
Esas escenas de final de película hollywoodense, donde una pareja se besa con pasión el día de su boda, mientras se derriten de amor con miradas tiernas y un romántico fondo musical acompaña su dicha. Esas imágenes, con las que muchas crecimos en la mente y respondería a todos los problemas existenciales de una mujer adulta creó por generaciones expectativas, que rara vez se llegan a cumplir.
En medio del dolor, con los sentimientos a flor de piel, con lágrimas en los ojos, impedimentos físicos, enfermedades, preocupaciones económicas; las personas más creativas y resilientes han transformado sus noches más oscuras en auténticas obras de arte, que además de brindarles la oportunidad de hacer catártico el momento inspiran, confortan y dan esperanza incluso a nuevas generaciones.
Ludwig Van Beethoven dijo que “la música es una mayor revelación que toda la sabiduría y la filosofía”, en efecto la música es el arte que nos relata o nos recuerda una historia, que además puede coincidir con nuestras propias historias de vida.
Desde hace siglos en la cultura occidental, al menos, hemos relacionado al proceso de enamoramiento con el corazón, sin embargo, este órgano tan solo se encarga de impulsar la sangre a través de los vasos sanguíneos del organismo y no de funciones cognitivas. El hecho de pensar que nos enamoramos con el corazón tiene raíces históricas y culturales.
El cerebro envía mensajes a 360 km/h., jamás deja de funcionar, una parte se dedica a reconocer rostros, se ha descubierto que el alcohol lo incapacita, de ahí que el lenguaje se vea afectado con algunas copas encima; el estrés hace que el cerebro se haga más pequeño y cuando reímos piensa con mayor claridad, por ello el buen humor siempre es aconsejable en momentos muy tensos.
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