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El último suspiro (Cuento)
Esa noche parecía tenebrosa, el aire estaba frío, intuía no sé qué cosa, mi cuerpo estaba rendido, no podía más
Cuando miro al fondo, veo algo que me entristece
Mis pensamientos se vuelven confusos o dejan de guardar una relación adecuada entre sí. Creo, que a eso llaman locura
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Las víctimas del perdón
Sí las víctimas de violencia en la primera agresión asumiesen que no merecen sufrir violencia y denunciasen y se alejasen del agresor, no se repetiría la tragedia
Mientras los perros ladran
Las estrellas brillan durante el día y la noche, y no les molesta que muchos opacados por lo que fuere, no sepan, o no consideren su brillo diurno
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La ventana azul (Cuento)
En mi día de descanso me apliqué a dibujar una ventana abierta, de tamaño natural, en la pared norte de mi cuarto
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Carta de octubre
Escribo esa carta en la noche fría porque los muertos de octubre, en la guerra del gas, no regresaron y la luz angustiada que escurre de la luna viene gimiendo por las almas olvidadas
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En pocas palabras (Cinco microcuentos)
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Heredé el Mar Mediterráneo
Los días de mi niñez pasaban rápidos, con el calor sofocante y las faenas agrarias en nuestra tierra pobre
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Bump-Bump (Cuento)
Bump-Bump
Juan Norberto Lerma
I
En la ciudad de Boylan, Alfonso Kuriaki descendió del autobús 14 y caminó por la calle de Las Lunas, ¡Clap! ¡Clap!, sucia de luz amarillenta. Un último niño ¡Uhmf! ¡Plaf!, ¡Plaf!, se refugió en el umbral del templo de Los sagrados Corazones y sus ojos indiscretos interrogaron con interés el umbral de una escalinata.
Antes de llegar a su puerta, Alfonso Kuriaki ¡Clin! ¡Clin! y ¡Zap!, ¡por fin en casa!
Amanda Perula, presurosa, dejó cuanto estaba haciendo, que por lo demás, no era gran cosa, y ¡Smack!, ¡Smack! ¡Shujjjj! ¡Shhhfuu!
Kuriaki simplemente ¡Puf!, ¡Puf!
Enseguida, Amanda corrió a la cocina, ¡Trash!, ¡Trash!; ¡Flop! ¡Click!, y alguna vez ¡Crash!
Alfonso Kuriaki miró en derredor, y respiró un aire desolado ¡Sufffff! ¡Hum!, ¡Ah!, ¡Click!, ¡Zack! ¡Zap!, y una música lejana
hizo que su barbilla se estremeciera.
Amanda ¡Mmm!, ¡Uf!, y sin dejar de andar la casa, ¡Clock!, ¡Clock! ¡Tlinck!, mientras él repasaba los acontecimientos notables ocurridos en el día: ¡Grr!, ¡Grr!, ¡Arff!, ¡Arff!; y luego, ya más tarde, ¡Klinch! ¡Klinch; ¡Klinch! ¡Hump!
Amanda lo interrogó vagamente: ¿el trabajo? Kuriaki quiso decir ¡Prrt!, pero contestó: así-así. ¿La comida? Muy-muy. ¿Cansado? Sí que ¡Ufff!. ¿Acercarse? ¡Zcks!, ¡Zcks!, y el televisor sin sueño bla-bla-bla.
Un perfume, ¡Ssff!, ¡Sfuu!
Un chasquido sobre el cuello y una mano extraviada sobre un cuerpo cubierto por telas que ¡Sshh!, ¡Sshh!, y que se acomodaba ¡MMM!, ¡MMM!, para que una boca ¡Mchlll!, ¡Mchlll!...
II
Al terminar el día, ¡Fuuuuu!, y también ¡Shshhhh! entre el follaje. Todo había oscurecido y sólo se escuchaba ¡RRRRrrrrr! en la calle, y, a veces, el ladrido de un perro solitario; Kuriaki ya únicamente tenía fuerzas para apartarse de Amanda que ¡Hummm!, ¡ZZZzzz!, ¡MMMmmmm!
En silencio, concentrado en el rumor de su cabello sobre la almohada, lo asaltaron más dudas que remordimientos y entonces se levantó y ¿?, ¿? Tuckump, ¿?, ¿? Tuckump, Tuckump, caminó sin rumbo por la habitación.
En el borde de la cama, no pudo evitar sentir cómo lo invadía la sensación de estar rendido al abrir ¡Cropck! y cerrar ¡Blam!, un cajón que acumulaba encendedores, balas, vías de escape y algunos recuerdos que en la penumbra no reconocía.
Algo en su pecho, ¡Bump!, ¡Bump!, ¡Bump!, ¡Bump!...
De pronto, el frío del metal en la mano de Alfonso Kuriaki se anidó en su sien, y ¡Bang!
Su oído derecho, sordo por el estampido, ya no logró captar ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!
En cambio, le pareció que su oído izquierdo crecía, aumentaba de tamaño, hasta convertirse en un pozo infinito donde sólo lograba escuchar el golpeteo de una gota que descendía ¡Clapck! ¡Clapck! ¡Clapck!
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Juan Norberto Lerma
México, Distrito Federal.
Es escritor y periodista. Ha colaborado en diversos medios de comunicación y en varias revistas culturales. En el año 2000 ganó el premio de cuento José Emilio Pacheco, al que convocó la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha publicado varios libros de cuentos en Amazon, entre los que se encuentran La Bestia entre los días, y Perro Amor.
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Mamá grande
Tu casa fue un templo consagrado al buen decir, la palabra hablada con exquisitez, las obras más dilectas ocuparon tus libreros