Durante una entrevista para SICOM Noticias el doctor Ojeda señaló que el simulacro nacional realizado el pasado 19 de septiembre no solo conmemora el sismo de 1985, sino también el ocurrido en 2017, con epicentro entre Morelos y Puebla. Ambos eventos, afirmó, marcaron un antes y un después en la forma en que la sociedad mexicana enfrenta los desastres naturales.
“El verdadero sismo no es el que se siente en la tierra, sino el que ocurre cuando descubrimos que no estábamos preparados”, enfatizó Ojeda.
El analista destacó la importancia de fortalecer la cultura de la prevención, no solo desde las instituciones, sino también desde la ciudadanía. Recordó cómo, en 1985, la sociedad se autoorganizó de manera espontánea, superando incluso la capacidad de respuesta del gobierno. “Cuando el Estado no está a la altura, la ciudadanía se pone por encima”, afirmó.
Asimismo, Ojeda Bustamante llamó a mirar experiencias internacionales como las de Japón y Taiwán, países con alto riesgo sísmico que han desarrollado sistemas de alerta temprana avanzados, normativas de construcción estrictas y una participación activa de la población en temas de protección civil.
En México, si bien existen esfuerzos como la alerta sísmica y los protocolos de evacuación, el doctor consideró que aún falta consolidar una cultura integral de prevención. En ese sentido, celebró que el reciente simulacro haya tenido buena participación, lo cual indica que “la ciudadanía sí está entendiendo el valor de la prevención”.
En el plano social y político, Ojeda resaltó cómo los sismos han sido catalizadores de cambios estructurales. Recordó que tras 1985 surgieron instrumentos como el Plan DN-III-E, y que el papel del Ejército Mexicano y las fuerzas civiles organizadas ha sido fundamental para crear esquemas de atención comunitaria.
“Solo el pueblo puede ayudar al pueblo”, citó Ojeda, para subrayar el papel central de la sociedad en la gestión del riesgo.
Finalmente, reconoció que aunque México es un país con actividad sísmica permanente, la prevención no debe quedar solo en papel, sino convertirse en una herramienta viva que proteja vidas, bienes y comunidades.