El 4 de octubre de 2020 fue la última vez que el padre Gustavo Rodríguez Zarate recibió la Carrera de la Antorcha Guadalupana, en el Templo Nuestra Señora de la Asunción en Puebla.
Casi un año después, el evento organizado por los migrantes regresó a ese sitio para rendirle un homenaje, tras su fallecimiento el 24 de junio a causa de una enfermedad.
Las calles de la colonia Aquiles Serdán vieron pasar nuevamente la Antorcha, aunque ahora con una enorme foto del “Padre Gus”, el defensor de las causas de los más débiles.
Las porras para la Guadalupana estuvieron acompañadas, en esta ocasión, por las dedicadas al “cura del morral”, quien dedicó gran parte de su vida a defender y ayudar a quienes cruzan Puebla en su camino por una vida mejor, más allá del río Bravo.
Su templo, el de Nuestra Señora de la Asunción, fue el sitio en el que se le recordó por los más de 13 años que ahí ofreció techo y comida a los migrantes.
“Ahora estamos huérfanos pero Gus siempre permanecerá en nuestra mente, corazón y vida. Fue una gran persona, un excelente ser humano y un gran maestro de la vida (…) Fue creador de puentes, unió sueños que traspasaron fronteras. Han pasado más de tres meses desde que Gus partió, parece poco tiempo porque el tiempo vuela, pero en verdad es mucho”.
¡Gracias por todo Padre Gustavo Rodriguez Zárate! pic.twitter.com/HMWsTAADzy
— Arquidiócesis Puebla (@Arqui_Puebla) September 30, 2021
El último año
Durante su último año de vida, el padre Gustavo Rodríguez Zarate pidió orar por los migrantes y también por las familias de los enfermos y fallecidos por la covid-19. Tampoco se olvidó de los desempleados que dejó la pandemia.
"Las comunidades expulsoras de migrantes nos pidieron que la Antorcha pasara por ahí; tienen muchos enfermos y algunos difuntos, además de los desempleados. Necesitan esperanza y consuelo", explicó.
En el año 2000, el sacerdote trabajó con la Asociación Tepeyac de Nueva York para iniciar la Carrera de la Antorcha Guadalupana. "De ahí no la solté hasta ahora que se va a suspender", por la emergencia del coronavirus, se resignó.
Se donó a su trabajo
En un templo semivacío, como lo ordena el protocolo sanitario para evitar contagios de covid-19, los asistentes escucharon las palabras en recuerdo del “Padre Gus”.
Una placa con su imagen cargando la Antorcha Guadalupana, entregada a su familia, quedó como registro de su homenaje del 30 de septiembre de 2021.
“Nuestra mejor escuela es caminar con la gente, sufrir con la gente, tener hambre con la gente, orar con la gente porque así fue Jesús, ya después, cuando le pedían razón de su esperanza, pues sabía darla. Sacerdote porque se donó totalmente a su trabajo”, dijo el sacerdote Ricardo Rodríguez Zarate, sobre su hermano fallecido.
La Arquidiócesis de Puebla también le reconoció su labor a favor de los más desprotegidos, especialmente de los migrantes.
“El padre Gustavo en sus 48 años de servicio sacerdotal, se preocupó y se ocupó de la atención a los migrantes en su paso por Puebla. Los alimentó, los abrigó y los ayudó siempre de manera desinteresada con la finalidad de que llegaran a su destino y que también tuviesen una vida mejor”, recordó el coordinador de Movilidad Humana de la iglesia, Manuel Romero Olmos.
“El cura del morral”
Con una conciencia social heredada desde la cuna, aprendida de su papá, líder obrero, y enriquecida con la esencia propia de una vocación rebelde, Gustavo Rodríguez Zárate cumplió el 6 de mayo de 2021, 48 años desde su ordenación como sacerdote, en un camino de servicio que ha dedicado a las causas de los más débiles, entre ellos, los migrantes y los indígenas.
Quien también muchos conocen como “el cura del morral” fue estudiante en el Seminario y luego tomó el compromiso pastoral, cuando Puebla apenas salía de los años convulsos de las revueltas estudiantiles y los crímenes de Estado.
A él lo tildaban de “cura comunista”, por ponerse del lado de los jóvenes en su ejercicio sacerdotal.
Con los años y el trabajo en varias parroquias, el Padre Gustavo fijó su labor en el acompañamiento de los migrantes, lo mismo con los centroamericanos que pasan por cientos de miles por el territorio poblano y del país, que con los mexicanos y poblanos que van a Estados Unidos a buscarse una vida mejor.
Gustavo Rodríguez entiende su sitio cercano a la gente, muy distinto del clericalismo de la Iglesia Católica, que se siente de una casta superior.
“Eso no va conmigo, ni con la Iglesia, ni con Jesús”, dijo en entrevista en el año 2020.
Años difíciles
Su visión de la realidad cotidiana, en un tiempo en que las marchas estudiantiles y la represión se respiraban en las calles de Puebla, en la transición de los años 60 y 70, lo llevó a ser tildado de revoltoso y, como una forma de castigo, le fue retrasada su ordenación.
“Me retrasaron la ordenación dos años, sin saber para cuándo, sin decirme qué vas a hacer. Entonces, debes tener creatividad, inventiva, leer estudiar… mantenerte activo, porque si no te desesperas. Para mí eso fue muy fuerte”.
El padre Gustavo recuerda con claridad esos años, porque no era regular que se retrasara una ordenación y, en su caso, “querían ver si tronaba, pero no troné”.
Rosendo Huesca, entonces obispo auxiliar, le pidió que lo acompañara como ayudante en la Sierra y “calmó mis ímpetus”.
“Era yo muy inquieto. Trabajaba con los jóvenes, con los estudiantes, con las pandillas… Era una época de una universidad muy comunista. Hablaba yo con ellos, con los chavos preparatorianos. Me llevaba yo a muchos universitarios a la Sierra a hacer visitas, campamentos. Esa fue la razón por la que se asustaron (las autoridades eclesiásticas).
“Yo soy seminarista en la época del 68, entonces me tocó aquí en Puebla el 70 y 71 y el 73 todavía”.
Los universitarios de Acción Católica de la entonces Universidad Autónoma de Puebla (UAP) -hoy Benemérita-, recuerda el padre, fueron sus padrinos al lograr la ordenación, porque fue prácticamente de súbito el aviso de que siempre sí se daría.
Así, llegó a su cita con el servicio sacerdotal el 6 de mayo de 1973, apenas tres días después de que habían matado a tres estudiantes que protestaban en el zócalo de la capital poblana.
“Los preparatorianos que balacearon en el zócalo eran amigos míos. Yo no estuve ahí, porque estaba en retiro. Y el 10 de mayo, ya ordenado sacerdote, me buscaron las mamás de los estudiantes asesinados, porque no les abrían los templos.
“Entonces yo les dije, si dan permiso, en el Carolino lo hacemos. Y fue mi tercera misa, en el Paraninfo del Carolino, por estos estudiantes asesinados, que pidieron las mamás. Entonces ya me marcaba la línea de compromiso recién ordenado”.
Nacimiento y muerte
Gustavo Rodríguez Zarate nació en el municipio de Puebla, el 7 de octubre de 1946. Hijo de Jesús Rodríguez y María Teresa Zárate. Recibió el sacramento del orden sacerdotal, de manos de Octaviano Márquez y Toriz, el 6 de mayo de 1973.
Fue vicario de Santa Rita Tlahuapan; Chietla y Santa Clara. También fungió como asesor diocesano del movimiento de Jornadas de Vida Cristiana y coordinador del equipo diocesano de Pastoral Juvenil. Realizó el diplomado en Planificación Pastoral, por la Universidad Javeriana en Bogotá, Colombia.
También sirvió como párroco de San Juan Evangelista, Zacapala, Santa Clara Ocoyucan y de Nuestra Señora de la Asunción en la colonia Aquiles Serdán.
Integró la Comisión Diocesana para la Promoción del Diaconado Permanente y de los ministerios laicales. Fue integrante del Instituto de formación para asesores de la juventud de México y colaborador de la sección de juventud-CELAM.
Coordinó la Pastoral de la Movilidad Humana de la Arquidiócesis de Puebla, destacándose como gran promotor del respeto a los derechos humanos de los migrantes, además fue impulsor de la caravana migrante Antorcha Guadalupana hacia la catedral de San Patricio, en Nueva York.
El cura Gustavo Rodríguez Zárate murió el 24 de junio de 2021.