Hoy los millennials compran vivienda, ahorran para la jubilación y priorizan la educación de sus hijos como quien planta un árbol para la siguiente generación. Este “efecto ciclo de vida” desvía su gasto de placer efímero a bienes duraderos: destinan más a hipotecas y guarderías que a conciertos o “gadgetitis”. En México, donde ese grupo conforma el 35 % del electorado, este cambio de prioridades moldea la demanda de créditos y servicios especializados.
La pandemia y la inflación fueron como dos olas gigantescas que los millennials surfearon sin perder el equilibrio. En el “efecto periodo”, la urgencia por esquemas de salud remota y trabajo híbrido surgió con un ¡clic! de exigencia. En un país con más del 50 % de informalidad, el reto es diseñar políticas que conviertan ese clic en oportunidades formales de pensión y seguro médico.
Aunque vivieron la niñez sin internet, hoy navegan la red como peces en el agua, una sinécdoque perfecta de su doble lealtad a lo analógico y digital. Buscan apps intuitivas, estables y con respaldo humano, un oxímoron entre automatización y cercanía: quieren alta tecnología con trato humano.
Consumidores omnicanal, los millennials saltan de podcasts a YouTube, de Facebook a TikTok, como quien hojea un libro de seis caras. Esta fragmentación obliga a gobiernos y empresas a desplegar mensajes multiforme: spots en radio, threads en Twitter, colaboraciones con influencers y boletines electrónicos. Así, cada canal se convierte en una ventana abierta al diálogo.
La movilidad social, el equilibrio vida-trabajo y la sostenibilidad son sus brújulas. Aspiran a un crecimiento profesional sin que el trabajo devore su tiempo libre —una hipérbole controlada que describe su rechazo a jornadas infinitas— y exigen políticas de equidad de género y diversidad. Este anhelo, como un faro en la niebla, guía tanto su voto como su consumo.
Esto demanda de los gobiernos, una serie de estrategias para conquistar su atención y compromiso. Por mencionar las más relevantes en la línea de lo planteado por el informe:
- Políticas “phygital”: combinar ventanillas presenciales con plataformas digitales seguras, donde un botón y una voz humana se fundan.
- Comunicación multicanal: articular un mismo mensaje en spots de radio, podcasts especializados, videos cortos y newsletters segmentadas, asegurando que cada voz encuentre su eco.
- Programas de apoyo familiar y profesional: créditos para vivienda y guarderías, junto con becas de “upskilling” en inteligencia artificial y economía circular.
- Iniciativas de equidad y sostenibilidad: proyectos locales de energía limpia y liderazgo femenino que vinculen a la comunidad con acciones palpables.
Los millennials mexicanos son un puente viviente entre dos épocas: son a la vez carta sellada y mensaje instantáneo. Solo reconociendo esta dualidad —sin encasillamientos ni excesos de jerga tecnológica— podremos construir un “puente genérico” que conecte sus necesidades con políticas públicas efectivas.
@ricardommz07