Aunque se dio sin boletines ni declaraciones públicas, su despido marca el inicio visible de una reestructuración que se venía cocinando desde la llegada de Jordi Bosh Bragado a la dirección general.
Lo reveló el periodista Fermín Alejandro García y aunque algunos lo vean como un cambio administrativo más, lo cierto es que Aguilar era parte del núcleo duro de Héctor Durán Díaz, el exdirector que convirtió a la concesionaria en una maquinaria sin rostro, donde el usuario siempre fue el último en la lista.
Durante más de 14 años, Aguilar manejó el área comercial con mano firme, bajo un esquema que priorizaba la recaudación por encima del servicio.
Representaba esa visión de negocio sin enfoque social que tantos estragos causó en la percepción ciudadana sobre el manejo del agua.
Su permanencia no era gratuita, ya que formaba parte de una estructura que se mantenía inamovible, aunque los resultados fueran decepcionantes.
Ahora se habla de una etapa nueva y de cinco ejes de transformación que suenan bien en el papel, como la inversión en infraestructura, programas sociales, potabilización, apoyo metropolitano y cultura del agua.
Pero, siempre hay un pero.
Aún hay figuras que siguen siendo parte del pasado, aunque intenten esconderse entre los pliegues del presente.
Una de ellas es Gustavo Gaytán, director del Sistema Operador de Agua Potable y Alcantarillado (SOAPAP).
Mientras en municipios como Xoxtla se anuncian trabajos de desazolve, envío de pipas y rehabilitación de pozos, Gaytán sigue sin dar la cara.
Es el funcionario quien debería coordinar estas acciones, pero su ausencia es notoria.
Ni se presenta en el lugar ni ofrece respuestas, pese a que tiene en sus manos la operación técnica en esa zona metropolitana.
El caso del pozo La Luz, frenado en Xoxtla por conflictos locales, es una muestra del vacío que deja su falta de gestión.
La llamada transformación se enfrenta a un dilema evidente, ya que no se puede hablar de renovación si quienes debieron irse, aún están.
Parte de la estructura que se formó en tiempos de Durán sigue presente en cargos clave, como si nada hubiera pasado.
La ciudadanía, entre tanto, no espera discursos ni diagnósticos. Lo que quiere es agua en la llave y funcionarios que respondan.
No promesas, no silencios cómodos.
Al menos ya se empezaron a desmontar las prácticas que marcaron años de opacidad.
Y parece que la reingeniería seguirá.
Mientras las pasarelas internas continúan, la ciudadanía sigue en espera de lo único que importa: abrir la llave y ver salir agua.
Tiempo al tiempo.