Y no por un tema de venganza política, sino que las cosas, conforme pasa el tiempo, se van acomodando. Sabemos que no cayó nada bien en el grupúsculo del senador Adán Augusto López y el diputado Ricardo Monreal la reforma de la presidenta Claudia Sheinbaum, sobre prohibir la reelección y el nepotismo, ya que saldrían afectados. Pero lo que parece ser el último clavo al ataúd de estos dinosaurios morenistas es la reforma de plurinominales. Obvio que este par no ganaría una elección abierta, a pesar de haber triunfado en el pasado, ni para dirigir una colonia. Entre otras cosas que no sabemos, pero suponemos, las cartas fueron echadas cuando menospreciaron a la presidenta, algo que en política no debe hacerse, parte de las famosas “reglas no escritas”. No hubo necesidad de un manotazo en la mesa, solitos se pusieron el pie, pues tienen (ambos dos) la cola muuuuy larga. Y el mimiquis de Monreal, de irse a España a celebrar con su pollo, Pedro Haces, en vez de asistir al Consejo de Morena, dice más que una palabra. Sí, como dijimos ayer en este mismo espacio: no es ruptura, es limpia.
Es cuanto.
#Madres 🔥💥
— Luis David García (@ldgarcia_mkt) March 9, 2025
Momento muy revelador, el que se dio hoy en Zócalo.
¿Con quién está la lealtad de Ricardo Monreal, Adán Augusto López y Manuel Velasco? ¿Con el hijo de López Obrador o con la presidenta Sheinbaum?
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Castigos politiqueros
Si la gente cree que el gran sancionador, en el que se enarbola Estados Unidos, busca que el mundo sea un lugar mejor, se equivoca contundentemente. A las autoridades gringas les vale madre la seguridad aérea, la sanidad del ganado, la salud de su economía, el freno al fentanilo y un larguísimo etcétera. No. Lo que quiere de México es su total, absoluto e inapelable sometimiento. Eso, obvio, sucedió con los gobiernos prianistas, conservadores y/o derechosos. Con el progresismo de la llamada Cuarta Transformación, no. Si Estados Unidos quería petróleo, lo obtenía, ya sea por las buenas o por las malas. Si quería metales, frutas, igual. Pero en esta ocasión no es por un tema de hegemonía, sino para tapar un escándalo que está afectando gravemente a la administración trumpista. El caso Epstein sigue escalando día a día, ya que no gustó a su base electoral que Donald Trump decidiera esconder en un cajón las denuncias presentadas. Por ello, desempolvó algunas desavenencias del pasado, que no se resolvieron, u otras polémicas con el Gobierno de México, como la seguridad aérea, para desviar la atención de un hecho que puede poner la presidencia de Donald Trump en un camino sin retorno: el impeachment. Así que tranquilos, y no lean a esas plumas y voceros de la derecha.
Es cuanto.
















