Un hecho lamentable por una sencilla razón: la presidencia del panista no quería un escándalo, ya sea muertos o ejecuciones, por su guerra contra el narco, que comandaba en ese entonces su flamante secretario de Seguridad Pública y hoy preso en Estados Unidos por narcotráfico, Genaro García Luna. En pocas palabras, querían tapar toda la violencia que se generaba en el país. Y periodistas, que ahora se llenan la boca para criticar lo que sucede en la actualidad, se sumaron a la censura; las plumas que, un día sí y otro también, vanagloriaron a Calderón y se unieron al bloqueo informativo, se convirtieron en vulgares opinadores y plumas a modo de la derecha. Ahí estaban todos, en marzo de 2011, en cadena nacional, los Salinas Pliego, los Azcárraga, los Fernández, los Beltrán, los Beteta, los Ferriz, los Dóriga, los Marín. Antes, el término despectivo para referirse a una pluma a modo, “chayotero”, sólo se conocía en el círculo rojo y entre los reporteros, gracias a esta camada de personajes impresentables y el auge de las redes sociales, el apodo se le puso a cada uno de quienes ejercemos este oficio. No, no somos iguales.
Es cuanto.
Aguas Lozano
Pero no fue el único episodio del pasado al que se refirió la mandataria, en su conferencia mañanera, mandó un misil a uno de los gritones que, un día sí (también) y otro también, desde esa plataforma ultraconservadora llamada AtypicalTeVe, se dedica a criticar, sin ton, ni son, a la gestión actual, Javier Lozano Alarcón. Si fuera el poblano un ente analítico, argumentativo, congruente, coherente, adelante, bienvenidas las críticas. Pero como tiene un pasado calderonista nefasto (y de muy mala memoria, si no, pregúntenle a los que trabajaron en Luz y Fuerza del Centro, o al señor Zhenli Ye Gon), no tiene cara con qué decir cómo se tienen que hacer las cosas. Tuvo su oportunidad y la desperdició por intereses personales, políticos y de grupo. Ojalá que no haga como otro de los gritones que no quería ser citado, en video, por el expresidente Andrés Manuel López Obrador, y puso un amparo: un tal Riva Palacio. El se que lleva, se aguanta, ¿no?
Es cuanto.
