Esos fachos que un día, y otro también, llamaron a anular el voto, a no acudir a ejercer su derecho (y también una obligación, ¿eh?), que sacan a relucir la doble vara para medir, típica del pensamiento derechista. Con sendos mensajes, personajes vinculados a apellidos rimbombantes, de castas familiares y políticas, dieron su versión de por qué no fueron a votar, con el componente ideológico de calificar como “berrinche” la Reforma Judicial. Luego de que se hizo el histórico ejercicio, ahora buscan deslegitimar. Pero cuando uno de los suyos llegó al poder con un fraude (comprobado y rete analizado) y una diferencia de 0.56%, ahí sí no dijeron nada. ¿Somos o no somos? Las dobles varas para medir. Pero qué tal se rasgaron las vestiduras cuando algunos gobernadores (as) del PRIAN fueron a votar, desobedeciendo la orden de no acudir (¿quién fue el que lo pidió?), ahora son traidores a la patria (Mauricio Kuri, de Querétaro; Libia García, de Guanajuato; María Eugenia Campos, de Chihuahua, y Esteban Villegas, de Durango) a la vez que apoyan una intervención militar de Estados Unidos en territorio mexicano, con la excusa del “combate al narcotráfico” que un gobierno emanado de sus filas apoyó y promovió. Y no es invento, nada más vean a quién sentenciaron en la Unión Americana por ese tema. Así se las gasta la derecha.
Es cuanto.
El ave de las tempestades
No más reapareció y se soltaron las amarras las viudas del sistema. El expresidente Andrés Manuel López Obrador, tras unos meses de autoexilio en su hacienda de Palenque, Chiapas, confirmó, ante todo el país, que está retirado de la vida pública; dijo, al emitir su voto este domingo, que ha salido unas 3 veces, seguramente a chequeos médicos, de “La Chingada” (así se llama, nosotros ¿qué culpa?), y reviró a sus odiadores de turno y opositores que, en efecto, no vive en un cuartito en Palacio Nacional; que está escribiendo un libro, que su faceta política está terminada (a menos que haya una crisis y la presidenta Claudia Sheinbaum le pida consejo o ayuda), que él sí, a diferencia de otros que andan buscando reflectores, respeta la investidura de su sucesora, le da su lugar y, sobre todo, no infiere en las decisiones presidenciales. Él sí se guardó, a diferencia de personajes del oscurantismo, como Felipe Calderón o Ernesto Zedillo en cuanto tienen un micrófono o una cámara enfrente se dedican a pontificar lo que, en su momento, no hicieron. Él sí, a diferencia del PRIATO, guarda silencio y deja que la mandataria haga su chamba sin hacerle sombra. A ver si aprenden un poquito, aunque sea, de esa palabra tan importante pero que pocos conocen su significado: respeto.
Es cuanto.