Aunque de sí, el senador no tiene ya ni la fuerza ni la autoridad políticas para aspirar a ese cargo, ni ningún otro, por el monumental ridículo que hizo y la enorme cantidad de engaños que realizó cuando en 2023 quiso ser el candidato del Movimiento Regeneración Nacional (Morena). Está completamente fuera de esa posibilidad.
La presidenta Claudia Sheinbaum dejó clarísimo que los familiares de los funcionarios y representantes populares no pueden sucederlos. Es un NO rotundo.
Luego lo reafirmó, directamente en referencia al Morenacho (Nacho Mier), la presidenta del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de Morena, Luis María Alcalde Luján, en su visita la semana pasada a Puebla.
“En la boleta no puede haber un candidato que inmediatamente después se proponga para el mismo cargo que ostenta un familiar. Esto aplica para presidentes municipales, gobernadores y otros cargos ejecutivos. Es una disposición obligatoria a nivel nacional desde 2030, pero en Morena la aplicaremos desde 2027 por congruencia”, dijo Alcalde a reporteros y reporteras que le preguntaron específicamente por el Morenacho.
El mismo gobernador Alejandro Armenta, el sábado, confirmó que ninguno de sus parientes, ni del lado Armenta ni del lado Mier, pueden aspirar a cargos de representación popular en 2027 y 2030, precisamente para evitar que el poder se concentre en grupos familiares; es decir, el nepotismo.
Con ironía, el mandatario poblano les sugirió que se cambien el apellido. Y es que Moisés Ignacio declaró antes el mismo sábado, cuando se dio la aseveración del gobernador, que él era apenas “pariente lejano” de Armenta. Pero no.
Son primos hermanos. El papá de Ignacio Mier era hermano de la mamá de Armenta.
¡Vaya descaro y cinismo, hasta dónde llega Morenacho en su vulgar ambición, que niega a sus familiares!
A ver si hace lo mismo con sus hijos, Carlos Ignacio, quien es actualmente diputado federal y fue el peor presidente municipal en la historia de Tecamachalco, y Daniela, quien trabaja en el Congreso del estado.
Hay que recordar que la reforma a las normas electorales que atajan el nepotismo fue ya aprobada por el Congreso de la Unión, aunque los líderes de la mayoría de Morena en las cámaras tuvieron la osadía de cambiarle el año de entrada en vigor.
La doctora Sheinbaum, en su iniciativa, propuso que se aplicara a partir de la elección intermedia de 2027, pero Ricardo Monreal Ávila, en la Cámara de Diputados –quien quiere poner a otro de sus hermanos en la gubernatura de Zacatecas, que se disputa en dos años–, y el senador Adán Augusto López Hernández, quien enfrenta graves señalamientos por vínculos con la delincuencia, postergaron su entrada en vigor hasta 2030. ¡Vaya cabezas duras!
Sin embargo, la presidenta Claudia Sheinbaum volvió a ratificar que desde 2027 hay la instrucción de NO al nepotismo; Luis María Alcalde, presidenta de Morena, la respaldó absolutamente y su partido no dará candidaturas a familiares de los representantes populares que están actualmente en los cargos.
Hay conductas abyectas y hay bajeza moral, pero negar a la familia ya es un punto superlativo de las dos. Es tan grave querer imponer a familiares en los cargos, como negarlos por una vulgar ambición.
Monreal, Adán Augusto y Morenacho están en esa misma pestilente bolsa.